Desorientado

Francisco Cifuentes

He continuado expectante sobre los temas de mi interés personal en el desarrollo económico y social de Colombia y no he podido encontrar el hilo de un tema que concite a la reflexión, de los múltiples que brotan diariamente.

  1. No me sorprende que el TLC haya terminado su cuarta ronda de negociaciones exitosamente y se haya acordado adelantar unos días el cierre final de las negociaciones el próximo año con motivo del retiro –final del mandato– del negociador principal norteamericano; ni que los indígenas en su marcha, –exitosa por el desenlace organizado que tuvo–, hayan pedido ser incluidos en el tratado, aunque no hay documento conocido de cómo querían serlo ni qué querían negociar; tampoco es sorpresa que los camioneros en su paro hayan invocado en sus puntos de peticiones que sean incluidos en las negociaciones del tratado aunque tampoco lo hayan especificado en documento que diga el papel que quieren jugar en el tratado, del que todos parecemos conocer y nadie parece saber a ciencia cierta de qué se trata, solo intuimos que es algo muy importante, que es mejor estar incluido con nombre propio en él, ignoramos cuando es la oportunidad para pedir y transar el privilegio personal o gremial.

En el mundo empresarial cuando estaban de moda los chistes de los elefantes se preguntaba ¿Dónde se puede sentar un elefante? “Un elefante se sienta donde le de la gana” era la respuesta. El TLC de los Estados Unidos con América Latina es inevitable por la tenaza que formó la Unión Europea y el expansionismo del “imperialismo” europeo absorbiendo políticamente a los países eslavos; por la invasión de las manufacturas chinas producidas con mano de obra de esclavos modernos que tiene en exceso. Seguramente en un período de veinte o treinta años las alianzas comerciales seguirán su consolidación hasta que se presente una ruptura global que creo será mas de cambio político y desmembramiento de las mismas a un choque de ejércitos. Será seguramente un desmantelamiento del poder de las burocracias internacionales y supranacionales, como se está dando con las intervenciones unilaterales sin el consentimiento de las Naciones Unidas o contra el mandato, o la expulsión de sus agresivos inspectores de todo tipo. Se acuñará “burbujalización” como la tendencia a redescubrir y fortalecer pequeños poderes regionales y a rescatar la fuerza decisoria y la autonomía de comunidades pequeñas.

  1. Tampoco he encontrado sorpresa en el despertar mancomunado de la prensa colombiana en la última semana, sobre la “amenaza” paramilitar, cuando las negociaciones tuvieron “noticias” sangrientas e inesperadas. Parece que todos los “formadores de opinión” estuvieran descubriendo el agua tibia, con el hecho de que el paramilitarismo es un movimiento con alcances políticos duraderos de gran importancia, que no hay fuerza equivalente en la política tradicional para neutralizar el proselitismo armado de las AUC, como no lo pudo hacer en su momento con el proselitismo armado de la UP en los tiempos pasados. La alarma entonces no es sobre el resultado exitoso o desastroso de las negociaciones que han sido ignoradas y tratadas ligeramente por los comunicadores, sino porque se está viendo que el partidismo tradicional está perdiendo su influencia y poder electoral en zonas importantes del país, y las perderá con toda seguridad en manos de nuevos nombres regionales y de nuevas alianzas en las que el futuro de Colombia es lo que menos importa. Sobre este tema finalmente algo me sorprendió y fueron las declaraciones del presidente Uribe Vélez trayendo a cuento la destrucción del Palacio de Justicia y los alcances del indulto y la amnistía en ese entonces; reafirmando la dureza de la justicia, el temor reverencial que siente a la “comunidad internacional” de donde no quiere que “seamos un país paria” y prácticamente ha cerrado las alternativas del perdón y olvido que se dio por ejemplo con M-19, el PRT y EPL y otros, lo que trajo de la clandestinidad un grupo importante de colombianos que más bien que mal, se han constituido en la “conciencia vigilante” de la sociedad y por lo menos fueron políticos “jóvenes” o “nuevos” aunque tengan salidas infantiles o contradictorias en sus juego como fuerza política opositora. Esta es una declaración en contravía con la lógica política e innecesaria. Las reacciones y comunicados que se han producido me confirman lo inoportuno del escenario, el tiempo y el contenido. Pero las zafadas de cadena –o lo que parece ser–, no son anormales con el presidente cuando hay tantos temas, tantos recuerdos, y tantos compromisos. Esta no tengo idea a donde apunta. En el intertanto, la tercera propuesta de la ley de alternatividad penal sigue rondado la cabeza del Comisionado que ya se queja de su soledad y del abandono de la sociedad a su gestión y demuestra que su paciencia tiene límites.

Nada interesante traen las reflexiones tardías de los economistas Restrepo y Hommes, ambos ex ministros, sobre la reforma agraria inversa o perversa que se ha dado en los últimos treinta años con motivo de la guerra y el narcotráfico, y que ahora quieran ellos asomar con sus cuadrículas y mapitas de la inequidad en la redistribución de la tierra, con las profecías del levantamiento popular campesino o el surgimiento de facismo. Ellos, como actores directos que fueron en el destino de las finanzas del país, debieron saber en su tiempo de poder que el campo no tiene futuro en el mundo, que no se puede obligar a nadie en una sociedad “democrática” a vivir donde no quiere. El campo solo tiene futuro para los soñadores en el ecologismo, –Doris Gil–, y para los delirantes caballeros andantes y sancho panzas que pululan en él atracando y secuestrando a los primeros; el campo colombiano es un mundo sin salida para campesinos sin salida. La globalización aniquiló hace años el minifundio; la tecnología a la mano de obra barata, y los productos sintéticos acabaron con los productos naturales. Ser gordo, y Hommes lo sabe, está out, como lo están las harinas, la grasa, el azúcar, la cafeína, la nicotina, la lactosa, etc., hay excedentes alimentarios por toneladas y no se sabe que hacer con ellos. Pero si insistieran en que el problema del hambre en Colombia está en la concentración de la tierra en la guerrilla, los paras y los narcotraficantes, renuncian los dos economistas a la dorada oportunidad de ganar el premio Nóbel con la “chiva” del imaginativo periodista que descubrió que el papel, –la celulosa–, tomada con aguapanela es suficiente para vivir. Pensar que hay una ventaja “estratégica” redistribuyendo la tierra para entregársela a pobres, ignorantes y egoístas citadinos o pueblerinos para que compitan en el mercado mundial abierto es ilusionismo de alto vuelo; como lo es pensar que una sociedad mas justa es tener un país de propietarios de deudas millonarias en UVR a cambio de vivir en la ciudad en espacios de 35 metros cuadrados.

  1. Tampoco me sorprendió, el sacudón que se dio en la sociedad capitalina con la noticia de la niña de ocho años, “que parecía de seis” embarazada en el sur de Bogotá y posterior el intento, de un director de un radio noticiero, de movilizar a la sociedad en jornadas de solidaridad con la niña, la madre y el futuro bebe; no sé que pasó al final cuando se supo que la embarazada tenía más años de los que decía, que su madre podría haber conocido la historia o ser la inspiradora de la cándida Eréndida, que era “veterana” etc. Lo cierto es que hasta propuestas de cadena perpetua para los violadores propuso una concejal de Bogotá; los expertos en Garavito se han renovado y ahora suenan en la prensa retomando sus investigaciones archivadas y olvidadas. Es así el estilo de la respuesta viseral de lo que impacta, nada de un programa de largo rango, nada de una controversia sobre el papel del ICBF con los inmensos recursos que recibe y el uso que da para la prevención del abuso sexual a menores, nada sobre una estadística de este delito y un enjuiciamiento a la Policía por su incompetencia –aun en el caso de la niña asesinada en una Estación hace casi una década–. Todo queda en declaraciones vehementes y ahí muere el asunto.
  2. Si me retorció el corazón la muerte de Daniela, correrán los ríos de tinta, las imputaciones y lamentaciones pero nada de eso retraerá su alegría, ni revivirá sus ilusiones; por eso no es un tema para hablar de él, el dolor y la rabia ahogan todo lo que se quiere decir, el enemigo es un fantasma y su muerte pasará a la estadísticas y la historia del horror.
  3. Menos me ha sorprendido el movimiento de las cargas y los cargos que se está dando en la política y el gobierno dentro del proceso de aprobación de la reforma sobre reelección presidencial inmediata, el tema ha quedado en silencio, y quizás en una o dos semanas cuando se tenga todo amarrado, siga el debate, por el momento me interesa la redacción que lleva el artículo quinto sobre la reforma al presupuesto y el artículo sobre la autorización a los alcaldes, gobernadores, ministros y embajadores de poder ser candidatos presidenciales sin tener que renunciar a sus cargos. Pero no he encontrado el texto en ninguna parte.
  4. Me he sumergido entonces en la compilación, recolección y revisión de los textos de la Gaceta Constitucional de la Asamblea Constituyente de 1991, precisamente ahora que revisé el tema de las prohibiciones del artículo 127 y demás artículos que modifica la reforma de la reelección y puesto que también sigue su marcha con toda “seriedad”, y pantalla por supuesto, la propuesta de reformar el sistema presidencial por convocatoria de otra Asamblea. Me encuentro recordando a la luz de los discursos y las ponencias, esa época llenas de esperanza en las voces de los constituyentes y sus promesas serias de que Colombia saldría de la violencia, la corrupción administrativa, el narcotráfico y la guerrilla, con el esfuerzo legislativo; llegamos hoy, 14 años después, a un mundo mejor, pero lejos del que ellos tuvieron en sus visiones. Por el momento, es mejor revisar ese intento pasado y tener a mano lo qué nos llevó a querer un nuevo pacto político, por qué hoy todos lo quieren reformar, porque no encuentran la felicidad prometida ni el poder perseguido, ni la sociedad justa, ni la paz. Por el momento sigo buscando orientación.

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